Un cuento para trabajar el valor de la alegría en los más chiquitos



CUENTO:



Un rey que estaba siempre sumido en la tristeza dijo:

- ¡Daré la mitad de mi reino a quien me cure!

Entonces todos los sabios se reunieron y celebraron una junta para sanar al rey, pero no encontraron ningún remedio. Uno de ellos, sin embargo, declaró que sí era posible curar al rey.

-Si sobre la tierra se encuentra un hombre feliz -dijo-, quitadle la camisa y que se la ponga el rey. Con esto estará curado.

El rey hizo buscar en su reino un hombre feliz. Los enviados del soberano exploraron todo el país, pero no pudieron descubrir a un hombre feliz. No encontraron a nadie contento con su suerte. Uno era rico, pero estaba enfermo; otro gozaba de salud, pero era pobre; el que era rico y sano se quejaba de su mujer; otro de sus hijos. Todos deseaban algo.

Una noche, el hijo del rey, al pasar por una pobre choza, oyó que alguien exclamaba:
-¡Gracias a Dios he trabajado y he comido bien! ¿Qué me falta?

El hijo del rey se sintió lleno de alegría. Inmediatamente mandó que le llevaran la camisa de aquel hombre, a quien a cambio se le entregaría cuanto dinero exigiera.

Los enviados se presentaron a toda prisa en la casa de aquel hombre para quitarle la camisa. Pero el hombre feliz era tan pobre que no tenía camisa.


Cuento tradicional ruso recogido por León Tolstói (1828-1910).
Ilustración: Jaime Grafick




COMO TRABAJAR EL VALOR DE LA ALEGRÍA A PARTIR DEL CUENTO

• Desde el punto de vista lingüístico, el cuento lo utilizamos fundamentalmente para desarrollar la comprensión y la expresión, el aprendizaje de nuevo vocabulario y la utilización del diálogo como medio de intercambio comunicativo. Por otra parte el lenguaje es el mejor medio de expresión para extraer y transmitir los valores y emociones que encierra este relato identificando situaciones que nos pueden producir tristeza y también la emoción contraria, en este caso, la alegría.
Entre las actividades sugeridas podemos destacar:

• Diálogos sobre el cuento: el niño/a dialogará con la maestra/o y otros niños/as y se expresará libremente sobre el cuento, argumento, personajes, etc. Que sentimientos y emociones le sugiere.

A través de diversas técnicas como las de Rodari, estimular la creatividad e imaginación como por ejemplo:

• Equivocar historias: se trata de cambiar personajes situaciones de la historia.

• Imagínate que el rey es feliz porque conoce a la bella durmiente.

• Imagínate que no encuentran al hombre de la camisa de la alegría.

• Imagínate y describe la familia del rey.

• Imagínate y describe la casa del hombre de la camisa feliz.

• Que pasaría sí no encontraran la camisa del hombre feliz.

• ¿Qué harías si fueses el rey? ¿Qué harías si fueses el hombre de la camisa feliz?

• Cuento al revés. Vamos a contar un cuento donde el rey es feliz, porque tiene la camisa de la alegría y es un aldeano el que no es feliz.


- Actividades de investigación

• Pensar cómo ponemos la cara cuando estamos tristes o contentos, describir postura del cuerpo, de los ojos, boca, si se sonrojan las mejillas, si hay o no lágrimas.

• Observar fotos de personas alegres y tristes. Los niños identifican cómo se siente esa persona, y realizan hipótesis de porqué se sentirán así.

• Preguntar a los niños cuándo se sienten felices y cuándo se sienten tristes.
Elaborar un listado:
Me siento feliz cuando...
Me siento triste cuando...

• Preguntar qué hacen cuando se sienten tristes o alegres, cómo reaccionan por ejemplo:
Cuando estoy triste: lloro, me quedo solo, me abrazo a mi peluche preferido, se lo cuento a mamá/papá
Cuando estos alegre: salto, me río, se lo cuento a otros.


-Actividades de expresión

• Dibujar caras que representen esas dos emociones . Previamente se puede ensayar en un espejo caras de tristeza o alegría, hacerles observar la postura de la boca, de los ojos.

• También se les pueden sacar fotos a los niños poniendo caras alegres o tristes.

• Jugar a ponerle colores y otras cualidades a la alegría y la tristeza
¿De qué color imaginamos la alegría? ¿a qué huele? ¿que gusto y textura tiene?
¿Y la tristeza?
Proponer dibujarlas.

• Escuchar dos melodías o canciones que inspiren alegría y tristeza. Por ejemplo “La máquina de escribir” de Leroy Anderson y “Música triste de violín” de “La lista de Schindler).Moverse libremente expresando estas emociones, según la música que oigamos.


-Actividades en las que participe la familia.

• Elaborar un libro viajero con el “La camisa del hombre feliz” e invitar a las familias a que dibujen su propia camisa de la felicidad ( incorporando colores, inscripciones, estampas, que representen la alegría)

• Elaborar el libro viajero de la alegría: en donde los padres redactarán situaciones en donde sus hijos y/o familias se han sentido felices.




Mi Sala Amarilla abre sus puertas a todos aquellos que estén interesados en la educación de los niños en la etapa Inicial. Pretende ser un sitio de ayuda, inspiración y consulta para maestros, estudiantes, familias, además de ofrecer un lugar de encuentro para compartir experiencias y recursos.

¡Gracias por tu visita!
Sandra Luz
Profesora en Educación Inicial




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LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ por León Tolstói (1828-1910)

En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios que conocían y otros nuevos que inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el estado del zar parecía cada vez peor. Le hicieron tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en caravanas de lejanos países.

Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los ingredientes más insólitos, pero la salud del zar no mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que prometió la mitad de lo que poseía a quien fuera capaz de curarle.

El anuncio se propagó rápidamente, pues las pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes del globo para intentar devolver la salud al zar. Sin embargo fue un trovador quien pronunció:

—Yo sé el remedio: la única medicina para vuestros males, Señor. Sólo hay que buscar a un hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.

Partieron emisarios del zar hacia todos los confines de la tierra, pero encontrar a un hombre feliz no era tarea fácil: aquel que tenía salud echaba en falta el dinero, quien lo poseía, carecía de amor, y quien lo tenía se quejaba de los hijos.

Sin embargo, una tarde, los soldados del zar pasaron junto a una pequeña choza en la que un hombre descansaba sentado junto a la lumbre de la chimenea:

—¡Qué bella es la vida! Con el trabajo realizado, una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares ¿qué más podría pedir?

Al enterarse en palacio de que, por fin, habían encontrado un hombre feliz, se extendió la alegría. El hijo mayor del zar ordenó inmediatamente:

—Traed prestamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrecedle a cambio lo que pida!

En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para celebrar la inminente recuperación del gobernante.

Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios con la camisa que curaría a su gobernante, mas, cuando por fin llegaron, traían las manos vacías:

—¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista mi padre!

—Señor —contestaron apenados los mensajeros—, el hombre feliz no tiene camisa.


FIN




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